martes, 24 de mayo de 2011

Amritsar

Cada vez voy con más retraso en las entradas, lo sé y lo siento. Aquí, la de un road-trip que tuvo lugar en el marco de la última cumbre de la alianza hispanogrecofinesa, celebrada en India del 6 al 16 de mayo...



De mis días de Luxemburgo me quedaron muchas cosas, pero la mejor de todas es, sin duda, mis niñas. Con mi vecina favorita pude compartir ciudad durante un tiempo, pero al resto, por motivos geográficos (y la falta de vuelos de bajo coste entre Madrid, Atenas, Helsinki, Ginebra y, ahora, Delhi) no las veo tanto como me gustaría. Por suerte, tienen el mismo espíritu viajero que yo con la diferencia de que ellas son grandes gestoras económicas, así que la última cumbre (con la notable y lamentada ausencia de la representante del Alto Comisionado británico) se celebró recientemente en India y duró 10 días que supieron a poco, pero durante los cuales tuvimos oportunidad de compartir grandes momentos como, por ejemplo, un curioso viaje en coche.

Tras barajas varias opciones, nos acabamos decantando por visitar el Templo Dorado de Amritsar. La reacción de mis compañeros de trabajo cuando se lo conté fue echarse las manos a la cabeza y llamarme loca por embarcarme en un viaje tan sumamente largo para sólo un fin de semana, pero a mí no me preocupaba porque en la agencia nos habían asegurado que tardaríamos como mucho 7 horas. Lección nº1 de supervivencia en India: hay muy pocos momentos en la vida en los que puedes fiarte de un indio, y estos sólo pueden determinarse a posteriori. ¿Resultado? Que salimos de Delhi con dos horas de retraso (a las 7 en vez de a las 5) y que llegamos a Amritsar cuando el sol llevaba un rato largo en el cielo, pasadas las 6 de la mañana. Pero mejor mirarlo por el lado positivo: además de ahorrarnos una noche de hotel, tuvimos la ocasión de ver el templo con una luz espectacular y una afluencia de público menor de la habitual:

















Después de este récord mundial (la visita cultural más tempranera jamás realizada por un español), emprendimos esa gran aventura que es buscar hotel en India, un gran país en el que llamar para reservar sólo garantiza que NO tengas habitación a tu llegada. Por suerte, la grandeza de este país no se limita a eso, también implica que, pese no haber habitaciones libres, en cuestión de 10 minutos te preparen dos :) El hotel Majha Continental apenas llega a la altura de un hostal cualquiera en España, pero a mí en ese momento me pareció el mejor hotel en el que he estado en mi vida, desde luego en mi vida india... Pedimos servicio de habitaciones y acto seguido nos fuimos a dormir, que ya iba tocando...

... y si no llega a ser por el despertador aún seguiríamos allí, menos mal que lo pusimos a las 3 de la tarde para no perdernos la famosa ceremonia del cierre de la frontera que separa Attari (India) de Wagah (Pakistán). Navegando por la Red he encontrado un blog que explica con todo detalle en qué consiste el "espectáculo", así que si os interesa podéis visitarlo, yo me limito a dejaros un par de sensaciones gráficas:












Después de la experiencia, cenamos en una dhaba (una cantina) y nos fuimos a dormir para poder afrontar mejor el madrugón que nos esperaba al día siguiente: a las 7 estábamos de nuevo en la carretera, no sólo para llegar a Delhi a una hora razonable, sino también para poder parar por el camino en Chandigarh, una ciudad fascinante proyectada por Le Corbusier y tan ordenada y rectilínea que ni siquiera parece India... 

La atracción turística más famosa de Chandigarh es el Rock Garden, un parque que empezó un buen día un inmigrante pakistaní sin que nadie se enterara y que con el tiempo se ha convertido en el mayor proyecto de reciclaje del país. Dicen por ahí que sólo el Taj Mahal lo supera en visitas diarias...












Tras la visita, llegó el momento más temido de mi estancia por la India, que no por ello me pilló por sorpresa porque tarde o temprano tenía que pasar... y me tiré 6 horas hecha un ovillo en la parte de atrás de un coche con sudores fríos y 39 de fiebre, pero dando gracias porque fuera sólo eso y no diarrea (que me acabó sobreviniendo una vez en Delhi, hogar sucio hogar). Gajes del oficio de residente en India. Pero esa es otra historia que no merece la pena ser contada, y que pertenece al pasado. Próxima entrega, DUBÁI :)

Kiitos / EYXAPIΣTΩ for coming!

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