Hasta la fecha, todos nuestros viajes por la India han sido relativamente baratos: este país permite recortar gastos de donde menos importa, que suele ser el alojamiento si lo único que quieres es una cama limpia en la que dormir 8 horas. Pero todo tiene un límite, así que en nuestro viaje a Ajanta y Ellora decidimos tirar la casa por la ventana y alojarnos, por primera vez en nuestra vida, en un hotel de la famosa cadena india Taj. Al fin y al cabo, la ciudad de Aurangabad (aeropuerto más cercano a las cuevas) no tiene grandes atractivos, con lo que más nos valía alojarnos en un sitio del que pudiéramos disfrutar. Y puestos en gastos, ¿por qué no reservar también el coche para las visitas? Hecho :)
Creo que, a día de hoy, las noches de hotel a mis espaldas están por encima de la media, pero aún así sigo disfrutando de los pequeños detalles (el bombón encima de la cama, las flores, el cepillo de dientes) y no os podéis ni imaginar de lo que disfruté de los de este hotel, que sin duda ha entrado a formar parte de mi "Top 3" de experiencias hoteleras:
Se nos estaba empezando a olvidar lo que es ver la tele sentados en el sofá... |
El sábado nos pusimos en marcha a las 9 rumbo a las cuevas de AJANTA. Cuando el coche nos recogió a la puerta yo no me lo podía creer: tenía ante mí el coche más reluciente que he visto nunca en India y de él salió un señor con gorra que nos abrió las puertas:
Tardamos aproximadamente dos horas en llegar, pero mereció la pena:
En Maharashtra (el estado en el que están las cuevas y Bombay) el monzón empezó hace un mes, pero para nada nos esperábamos una temperatura tan agradable (en torno a 25ºC). Cuando terminamos de ver las cuevas empezó a llover y antes de las 5 estábamos de vuelta en el hotel, pero las condiciones climatológicas nos nos impidieron darnos un bañito en la piscina o, en mi caso, meter las piernas ;)
El resto del día lo dedicamos a disfrutar de esos pequeños lujos que nos faltan en nuestra vida diaria (la bañera, un sofá cómodo donde sentarse a ver la tele, comida occidental de la buena) y a reponer fuerzas para Ellora, a donde fuimos el domingo.
Todo el mundo me pregunta ahora que qué cuevas nos gustaron más, pero la verdad es que son amores distintos. Después hicimos una parada en el fuerte de Daulatabad, al que no pudimos subir por falta de tiempo, de calzado adecuado y de ganas por la lluvia, pero que tenía toda la pinta de merecer mucho la pena:
Por último, visitamos el Taj Mahal. ¿¿¿En Aurangabad??? Sí, en pequeñito...
Parada de avituallamiento en el hotel y a las 6 estábamos en el aeropuerto.
¡Ambrosio, no sabes cómo te echamos de menos!
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