martes, 13 de septiembre de 2011

El caos, en 3D

La clave de cerrar etapas satisfactoriamente, como en las mejores fiestas, reside en saber cuándo es el momento de marcharse. En los bares la pista te la suele dar el hecho de que de repente y sin venir a cuento pinchen una lenta, de que enciendan las luces o, si aún así no te das por aludido, de que el camarero empiece a barrerte los pies. En las casas de tus amigos, si el anfitrión te echa la bebida en un vaso de plástico hay que entender que la fiesta ha acabado, y en las bodas, si se hace de día ya va siendo hora de retirarse. En India la pista es más sutil: se empieza por no cerrar los ojos cuando te embisten los coches, por no sorprenderte por prácticamente nada hasta entrar en un estado de anestesia semipermanente. Y cuando ya vives el primer terremoto de tu vida y tardas casi una semana en contarlo en tu blog, definitivamente va siendo hora de irse...

El miércoles 7 fue un día agitado: Empezó con una explosión en el Tribunal Supremo y más de 10 muertos. Apenas dos horas después la normalidad era tal que nadie diría que no estaba siendo un día cualquiera (una muestra más de la capacidad innata de los indios de incorporar lo anormal a su rutina y seguir adelante). A las 23.35 de la noche, cuando los que no habían olvidado los acontecimientos del día se disponían a hacerlo, la tierra tembló. Yo acababa de apagar la luz para irme a dormir y, de pronto, un rugido sordo y una sacudida que hizo que la cama se moviera como si fuera una atracción de feria, como las plataformas de los toros mecánicos. Duró apenas 5 segundos y muchos pensaron que se trataba de otra bomba. No habría sido la primera que oigo, por eso sé que las bombas no mueven las camas. Un terremoto... 5 minutos después, volví a apagar la luz y me quedé dormida. 

Ni mi primer terremoto (de 4,2 grados) fue capaz de hacer que me sorprendiera más de 5 minutos. Está claro que ya es hora de volver, antes de que este país acabe con lo que más nos vincula a nuestra infancia: la capacidad de sorpresa. Espero que no sea demasiado tarde, sólo que esta vez supongo que lo que encontraré sorprendente es que no haya monos por la calle, que la basura se cuente por bolsas y no por montañas, que las chicas se atrevan a salir a la calle en falda y que los atascos nunca duren más de media hora. Lo que me sorprenderá es que la gente pueda vivir sin caos y creer que es normal... 

Fuente: http://tombrad.wordpress.com

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