lunes, 24 de enero de 2011

Pahar Ganj

El sábado estuvimos en uno de los miles de mercados de Delhi: Pahar Ganj. Fuimos en metro, que ya de por sí es toda una experiencia. El metro de Delhi es modernísimo y llama la atención por lo limpio que está... y por los vigilantes que hacen guardia con un rifle tras una trinchera de sacos de arena. Además, cuenta también con vagones "rosas" en los que sólo pueden montar mujeres sin ser molestadas. Muy curioso. Lástima que esté terminantemente prohibido sacar fotos. Ya sabéis que yo por vosotros lo doy todo, pero el del rifle impone mucho...

Al llegar a Pahar Ganj, caímos como novatos en la "trampa" más vieja del mundo: la del conductor que da un rodeo de 2 km. para llevarnos a un sitio que estaba a 200 metros del metro. Hubiera estado bien saberlo. Una vez allí, paseamos por el bullicio del mercado sin rumbo fijo. India en estado puro.














Después del paseo comimos en un McDonalds, que de por sí no parece nada novedoso, pero hay que tener en cuenta que estamos en la tierra de las vacas sagradas, con lo que las hamburguesas del menú son o de pollo (pero carne picada, no pechuga) o vegetarianas. No está mal, pero tampoco es como para ir muy a menudo... aunque tampoco se puede decir que en España sí que lo haga! Aunque ayer para compensar nos comimos una enorme de las de verdad en el Hard Rock ;)

Por la noche nos quedamos en casa jugando la partida de Risk más larga de la historia. Dedfinitivamente no es lo mío, lo de dominar el mundo tiene su puntito, pero conlleva demasiadas estrategias. Eso sí, lo de tirar los dados no se me da nada mal!

Y por último, otra noticia referente a la fauna salvaje que os va a encantar: ayer descubrimos por qué nuestro balcón les gusta tanto a las palomas. Porque se han construido un pequeño adosado con pichón incluido! Os presento al nuevo inquilino del F-14: Ricardo.


  

viernes, 21 de enero de 2011

Cosas que (me) pasan

Después de ver la muerte reflejada en los ojos de una horrenda y pulgosa criatura llamada mono, cometí el error de pensar que mi día no podía ser más surrealista. Pero podía. Vaya si podía.

Tras el episodio del mono, y con las piernas aún temblorosas, volví al FRRO a intentar (otra vez) cumplir con mi obligación ciudadana y registrarme como extranjera residente. Y lo conseguí... en el tiempo récord de 15 minutos. Un caso digno del programa de Iker Jiménez. Salí de allí con paso firme y de nuevo sin mirar atrás por si se arrepentían, y en la puerta tuve esta microconversación con un señor que pasaba por allí:

- Madam, are you French?
- No, Spanish.
- Bah!

Aún sigo dándole vueltas a qué se supone que quería decir... Llegué a casa, me puse a comer y me dispuse a disfrutar de una tarde tranquila, y ahí fue cuando sonó el teléfono:

- ¿Srta. Aída Ramos?
- Sí, ¿quién es?
- Le llamo del FRRO. ¿Ha estado Ud. aquí esta mañana?
(Ahí es cuando pensé: Mierda, se han arrepentido)
- Sí, ¿por qué?
- Porque se ha olvidado algo...

¿Qué se me ha podido olvidar? Entonces caigo. Digamos que cierto documento identificativo. Mierda, mierda y mierda. Bajo a la calle en busca de un rickshaw que me lleve de vuelta. Me para uno que ya lleva pasajero, que resulta ser amigo del conductor y se ofrece a llevarme siempre que por el camino paremos en una tienda. Lo que me faltaba. No gracias... Espero a que pase otro y me aborda una mujer:

- ¿Eres extranjera?
- Sí
- ¿De qué país?
- De España.
- Qué bien. Me gusta España. Antes eran musulmanes, ¿sabes?
- (Sí, algo he oído). ¿Tú eres musulmana?
- Sí, y quiero ir a España y conocer Granada.
- Muy bien, te gustará, es muy bonita.
- También hay mezquitas.
- Sí, hay muchas mezquitas.

Viene un rickshaw, y le ofrezco 100 rupias por llevarme, esperarme un minuto y volver. Acepta. Llego. Recupero el documento. Doy las gracias muy efusivamente a la persona que me ha llamado. Vuelvo al rickshaw sin poder creerme la suerte que he tenido. Y por el camino, otro rickshaw le da un golpe en el lateral, como si estuviéramos en los coches de choque. Mi conductor decide seguirle el juego, y le da por detrás... a propósito. Lo solucionan amistosamente y llego a mi casa sana y salva. No tengo muy claro si debería salir esta noche o quedarme en casa para no tentar a la suerte...


P.D. La foto es "de archivo", no me he atrevido con la cámara por si acaso su madre andaba cerca...

 

Pequeño momento de pánico monil

Hay ciertos conocimientos que son básicos para la supervivencia en la ciudad. En España, por ejemplo, conviene tener siempre presente que detrás de cada pelota siempre hay un niño que saltará ante los faros de tu coche cuando esta se le caiga a la carretera. En la India, en cambio, es más importante ser consciente de que detrás de todo bebé mono siempre hay una madre mona que no dudará en atacarte si le parece oportuno. Así pues, por mucha ilusión infantil que a uno (o a una) le haga ver por primera vez un pequeño mono saltando de rama en rama en el corazón de la ciudad (detrás de la embajada portuguesa, para más señas), no es aconsejable pararse ante él, desenfundar la cámara y disparar. Puede que a él no le moleste demasiado, pero a la madre (que está ahí aunque no la hayas visto) no le hará mucha gracia.

No tengo ningún problema en reconocer que, cuando Doña Mona ha salido de la nada y ha hecho amago de tirárseme encima  (ha llegado a cogerme de los cordones de la zapatilla con su pequeña manecita grimosa), he vivido un momento de auténtico pánico... que ha aumentado al descubrir que Doña Mona era una mujer felizmente casada con un marido muy protector y un hermano/primo/cuñado dispuesto a darme las del pulpo. Entonces, se ha producido un escalofriante cruce de miradas y Doña Mona me ha lanzado un mensaje muy claro (hay veces que la barrera del lenguaje no supone un gran problema): "Si te largas de aquí sin mirar atrás te perdono la vida". No ha tenido que repetírmelo, me he marchado como alma a la que se le acaba de aparecer un mono por si se arrepentía... Aún me tiemblan las piernas. Tanto sufrimiento por una triste foto... Estoy pensando que a lo mejor no sirvo para reportera de guerra...

  

jueves, 20 de enero de 2011

Vuelva usted mañana

Podría decir que este país me desespera, que me cabrea, que me puede, pero no sería justo... ni cierto. Lo que sí puedo decir sin faltar a la verdad es que me agota. En los días buenos, desgasta los sentidos, y en los menos buenos el desgaste es mental. Especialmente si anda de por medio la administración pública. Quien lo probó lo sabe, y todo extranjero que haya vivido en la India más de los 180 días que establece la legislación sabe que el purgatorio no es ese "fuego interior" del que habla el Papa, sino una oficina mal iluminada y mal-oliente llamada FRRO (Foreigner Registration Regional Office). Si el extranjero en cuestión tiene previsto quedarse en India más de los 180 días mencionados, entonces está obligado a registrarse en estas oficinas... si le dejan. 



Inocente de mí, no sabía lo de los 180 días la primera vez que estuve aquí y, como buena ciudadana que soy, acudí diligentemente a proceder con el registro. Me tiraron a la primera: Te falta la carta de la universidad o centro de estudios. Vuelve mañana. Bien. En la universidad intento matricularme pero no me dejan... porque mi visado es sólo de seis meses. Vuelvo a la infame oficina. No te podemos registrar, tu visado es de seis meses. Bien, ¿me lo amplían? No te podemos ampliar el visado, porque te falta un documento que pruebe que estás matriculada en la universidad. Claro, porque no lo estoy. Frustración. Tan clara, que una hippie australiana allí presente se levantó de su silla para darme un abrazo. Que, dicho sea de paso, ahora parece cómico, pero en su día fue más surrealista de lo que yo podía aguantar. Me eché a llorar. Ahora, por supuesto, lo veo con otros ojos: forma parte de la experiencia, si no te abraza una hippie es como si no hubieras estado. 

Pasado ese trance que ahora me parece tan lejano, llega el momento de volver: ahora que tengo visado de estudiante para un año (los innumerables pasos que tuve que dar para completar el proceso dan para otro post que no pienso escribir) sí que estoy obligada a registrarme. Sólo que no estudio en ninguna universidad, sino en dos centros de idiomas en los que pretendo seguir hasta septiembre, pero en los que por el momento y hasta que organicen la próxima tanda los cursos acaban a finales de mayo. Consigo que me firmen una carta sin fechas (para eso, por suerte, no suele haber problema, aquí te firman lo que quieras), y el FRRO me responde que vuelva mañana... con una carta con fechas. La pido. Llego hoy. Quien me la tiene que firmar no está. "Pero vuelve mañana". Continuará...

Dedicado a Marmarmuskan, que sabe de lo que hablo. 
May the Force be with you... Paz interior xxx   



lunes, 17 de enero de 2011

Goa

Goa es el estado más pequeño de la India y está aquí:

En los 70 fue un paraíso hippie y a día de hoy algo queda de ello: tarde o temprano, todos los que vivimos aquí acabamos visitándolo para desconectar de la India, para poder pasar un par de días sin ruido, sin agobios y sin estar rodeados por mareas humanas constantemente. Goa fue portugués en el pasado, y de esa época heredó su carácter semimediterráneo y "sossegado" (tranquilo). Eso es precisamente lo que íbamos buscando: un poquito de paz y de no hacer NADA, y por eso nos daba exactamente igual el lugar. Nos tomamos tan en serio lo de la calma y el relax que ni siquiera reservamos y fuimos a la aventura. La idea que teníamos era ir a Palolem (en el sur), pero al llegar y ver que estaba a más de hora y media de camino, cambiamos de planes y nos fuimos a Colva, un lugar del que lo único que sabíamos era que tenía playa. No necesitábamos más :-) Este es el hotel en el que acabamos, no se nos dio tan mal la improvisación:


Colva no sale muy bien parada en las guías turísticas porque sus playas no tienen fama de estar demasiado limpias, pero a mí me pareció que estaban estupendamente y me encantó esa mezcla de guirismo (=turismo extranjero) con lugareños. También hay que decir que algunos de los indios que se paseaban por esa playa no eran tales sino mirones que vienen de fin de semana para "espiar" a las extranjeras en bikini al más puro estilo Alfredo Landa en los 60, con la diferencia de que aquí existe la policía turística que se dedica a borrarle todas las fotos con zoom que hacen con el móvil! Pero por mucho que lo explique no os vais a hacer una idea, así que ahí va el reportaje fotográfico, espero que os guste:



















jueves, 13 de enero de 2011

El porqué de los perros tristes

Hubo una vez un blog que podía haber sido y nunca fue. Se llamaba La ciudad de los perros tristes, un título tan bonito que, cuando me lo ofrecieron como regalo de bienvenida, no pude decir que no… Tan bonito y tan perfecto. Tan preciso. Delhi es muchas cosas a la vez (lujo, miseria, caos, orden, ruido, silencio, risa, llanto), pero sobre todo es una ciudad en la que la letra de aquella canción de adolescencia (Perdida como un perro sin dueño...) cobra sentido. Esta es una de las peores cosas de Delhi. Y la mejor, que esta desolación no parece extenderse a las personas. Perra Delhi. Acabo de conocerte y ya te estoy defendiendo... 


martes, 11 de enero de 2011

Primeros días

Ya llevo un par de días laborables aquí, por lo que puedo empezar a contaros mis pequeñas rutinas. El lunes fue un día tranquilo, lo único que hice fue quedar para cenar con un amigo indio de la Comisión, Dharam, que sigue viviendo en Luxemburgo pero andaba de visita por aquí. Este es el restaurante que eligió, una chulada:  


El martes tuve mi primera clase de hindi. Me costó bastante encontrar la escuela, y creo que, de no saber cómo van las cosas aquí, me habría dado la vuelta de la misma: está en un barrio un poco extraño y en un sótano… Una vez dentro, me recordó a la típica academia de barrio en España, sólo que construida en los 80 y sin ningún tipo de reforma desde entonces. El grupo es bastante reducido, somos 4: una japonesa cuyo marido trabaja en un banco, una alemana casada con un diplomático, un estadounidense que acaba de empezar a hacer negocios en India y yo. Pocas oportunidades de conocer gente, jaja, pero también tiene sus ventajas: el conductor de la alemana (Petra, una señora encantadora) me llevó a casa después de clase.

Hoy he ido a hacer una prueba de nivel para un curso de portugués. Me ha sorprendido gratamente que el primer rickshaw (motocarro, más emocionante e infinitamente más barato que un taxi) me pusiera el «meter» (¿motocarrímetro?) sin rechistar, en esta ciudad TODOS están, ejem, rotos… Gracias a eso he descubierto que el Instituto Camoes está a 8 km. de mi casa, no está mal…

La anécdota del día es que, cuando le he preguntado a Naik (nuestro cocinero) dónde estaba mi comida, le he entendido Kabul y he pensado, ostras, deja, deja, que no tengo tanta hambre, si tengo que ir a por ella a Afganistán… Luego ya he descubierto que lo que me ha dicho en realidad es Tabul y lo que quería decir, Table… Como veréis, la comunicación con los lugareños no es exactamente fácil, pero proporciona muchas anécdotas que contar a los lectores ;)

Para terminar por hoy, os dejo un par de fotos de mi barrio:  




domingo, 9 de enero de 2011

Por fin en Delhi :)

Tras una escala en Bruselas y varias (muchas) horas de vuelo, aterricé en Delhi el sábado a las 00.15 hora local. El Aeropuerto Internacional Indira Gandhi es, cuanto menos, curioso: no parece India. Es moderno, está limpio, la gente forma filas de a uno... Al salir, en cambio, uno empieza a recordar a dónde ha llegado: las multitudes se agolpan a la salida y se desata la locura que caracteriza a este país. Me dirijo a la ventanilla de pre-pago para los taxis, abono el importe y cuatro indios me observan de arriba abajo mientras hablan del tiempo (o del Madrid, no sé, todavía no domino muy bien el hindi), hasta que por fin uno de ellos se decide a abrir la camionetilla y meter el equipaje en el asiento de atrás. Puede que existan los maleteros, yo no digo que no, pero de momento no se ha dado el caso de que nadie lo use... 

De camino a casa, empiezo a recordar las pequeñas cosas en las que se diferencian la India y España. En el porqué de los conos, por ejemplo: en España, si una carretera está cortada con dos conos, será por algo. En la India, será porque nadie se ha molestado en quitarlos. Así que mi amigo taxista los pasa (creo que por encima pero no podría afirmarlo con seguridad porque cerré los ojos) y aquí paz y después gloria. Llego sana y salva. Había olvidado que la clave de vivir en Delhi consiste en creer que la fe del conductor basta para que los dioses de los hindúes protejan también al pasajero. 

Una vez más, bienvenidos a la India ;)

lunes, 3 de enero de 2011

Delhi para principiantes

Pocas ciudades salen bien paradas cuando se las compara con las descripciones de las guías de viaje: después de haber leído las maravillas que cuentan las guías de algunas ciudades, la Torre Eiffel no es para tanto, la torre de Pisa decepciona y el Big Ben ni fú ni fá. Por no hablar de la Gioconda, la Sirenita de Copenhague o el Manneken Pis, tan pequeñitos! La conclusión, después de haber picado tantas veces, es que nunca hay que fiarse de las guías: en ellas la ficción siempre supera a la realidad.
Delhi, en cambio, debe de ser la excepción que confirma la regla: todas las guías que he consultado (y han sido unas cuantas) coinciden. Todas la definen como una ciudad inabarcable en todos los sentidos. Una página de Internet (cuyo nombre no voy a mencionar por si acaso os da por leerla, jajaja) va más allá y dice que «su población de más de 13 millones de habitantes, la pobreza y los altos niveles de contaminación suponen un desafío para los sentidos del viajero más experimentado». Además, también menciona que lo más característico de la ciudad son «la miseria, el caótico tráfico, la contaminación y las constantes peticiones y reclamos de los pedigüeños y estafadores».
Con estas perspectivas tan halagüeñas en mente llegué yo a Delhi (de visita/misión de reconocimiento) la madrugada del 6 de noviembre. Noviembre es, probablemente, el mejor mes para visitar la India, ya que las temperaturas son suaves, pero la mayor parte del año Delhi recibe al viajero con una bofetada de calor húmedo nada más bajar del avión. El hecho de que la gran mayoría de vuelos internacionales tome tierra de madrugada tampoco ayuda después de un viaje de 10 horas y con escala de más o menos duración porque no hay ningún vuelo directo desde España. El sueño y la oscuridad aplazaron mis primeras impresiones hasta el día siguiente, pero después de leer todo ese rosario de penurias y monstruosidades, sólo podían ser buenas, y es que, en el caso de Delhi, la exageración literaria se convierte en algo positivo: cuando las expectativas del viajero son tan bajas la realidad, por abrumadora que sea, nunca parece tan mala…   

sábado, 1 de enero de 2011

Feliz 2011

Hace horas que dejamos atrás 2010, un año que, en muchos aspectos, fue cuanto menos turbulento. Tembló la tierra en Haití, las «viudas negras» sembraron el terror en el metro de Moscú, un volcán de nombre impronunciable paralizó Europa durante días, el presidente polaco murió en accidente aéreo, BP dejó una fea marca en el golfo de México, la tierra se tragó a 33 hombres en Chile para devolverlos a la vida varios meses después y Wikileaks hizo temblar los cimientos de la diplomacia internacional. El mundo del arte lloró la pérdida de Miguel Delibes, de José Saramago, de Berlanga. Y aplaudió el Nobel de Vargas Llosa. En España, la reforma laboral desembocó en una huelga general, los controladores montaron la de dios es padre y la selección nos dio la mayor alegría futbolística de nuestra historia.

Para mí, en cambio, 2010 trajo otras cosas. Un sello y un carnet. La boda de mis queridos Rafa y Lucía. La de mi buena amiga Jools. El nacimiento de los bebés más bonitos de Toledo (Alejandro, Leo y Mar). La muerte de mi abuelo Mari. Y la noticia que marcará mi 2011: la del destino de S.

Giró el bombo, salió la bola, y la bola dijo DELHI. Esta es la ciudad en la que pasaré los próximos meses, la ciudad de los perros tristes desde la que espero escribir muchas crónicas alegres… Y que vosotros lo veáis. O lo leáis ;)