martes, 27 de septiembre de 2011

Cosas que voy a echar de menos de India

El bullicio. Las canciones. La luz. La vegetación. Los rickshaws. Tomarme un lassi después de cada comida. Las sonrisas. La pachorra. Las mariposas. El calorcito. La lluvia. Las reuniones en el salón durante los cortes de luz. El agua fresquita del water cooler. La aventura. El mercado. Coger aviones constantemente. El todo es posible. Las miradas limpias. Las fotos con los niños. Las lentejas de Naik. Los ventiladores. Las ardillas. Los trenes. La seguridad. El regateo constante. El "Ma'am, Ma'am". Las sorpresas. El Cozy. El vigilante de la Embajada. Las canciones de Bollywood. Las butacas de mimbre. El balcón. El surrealismo...

Cosas que no voy a echar de menos de India

Los atascos. Los escupitajos. La falta de persianas. La mugre. Los obreros que pican piedra a las 6 de la mañana. Los rickshawallahs. Echar fuego por la boca después de cada comida. La mala educación. La burocracia. Los mosquitos. El calor sofocante. Las lluvias monzónicas. Los cortes de luz. La dependencia del water cooler. La falta de aceras. Las moscas en la carnicería. La impaciencia en los aviones. El todo vale. Las miradas sucias. Las fotos con el móvil. El gazpacho sólido de Naik. El ruido de los ventiladores. Las ratas. Los trenes. Los controles de seguridad. El regateo constante. Los trastornos estomacales. El "Ma'am, Ma'am". Las cobras en cestas de mimbre. Las hormigas gigantes. Las alcantarillas al aire libre. El Wimpy. Las cabecitas indecisas. El vigilante dormido. Los aullidos de las canciones de Bollywood. Las sillas de plástico. Las palomas del balcón. El surrealismo.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Viaje a la Ciudad Azul

Estos días tengo mucho que decir y muy poco tiempo, pero la crónica de nuestro maravilloso viaje a Jodhpur, la Ciudad Azul, es altamente prioritaria :)

S. y yo decidimos emplear nuestro último fin de semana "hábil" en India (el que está al caer toca fiesta de despedida) en hacer un viaje los dos solos, y la ciudad elegida fue Jodhpur, en Rajastán. Y como nuestra intención era despedirnos de este país del que tanto hemos disfrutado a pesar de los pesares decidimos hacerlo en tren, el medio de transporte interurbano por excelencia, y emplear el dinero ahorrado en dormir en un hotelazo, con lo que el viernes empezamos nuestro viaje subiéndonos en marcha en el Mandore SuperFast Express, que tarda 11 horas en recorrer los 590 kilómetros que separan a Delhi de Jodhpur. Dormir en un vagón de tercera indio es todo un reto, especialmente cuando el indio de la litera contigua ronca como un oso, así que la llegada al Hari Mahal a las 8 de la mañana y al mullido colchón de nuestra habitación fue para mí el verdadero inicio de nuestras minivacaciones... Y el desayuno que nos trajeron después de una pequeña siesta mañanera a las 10, gloria bendita :) 






A mediodía decidimos hacer el enorme esfuerzo de salir al exterior y buscar un sitio para comer, pero debido a lo tardío de la hora nos costó bastante dar con uno. Al final acabamos en el "On the rocks", donde nos atendieron a regañadientes porque acababan de apagar el horno. Después visitamos Umaid Bhawan, un palacio construido a principios del s. XX por mandato del Maharaja de la época para crear empleo tras una de las peores sequías de la historia de Jodhpur. 



Después, paseo obligado por la ciudad vieja entre casas azules y niños jugando a la peonza, inolvidable:












Tras el paseo, un alto en el camino en una terraza desde la que disfrutamos de unas vistas espectaculares:



Por último, el mercado:




El domingo amanecimos sin prisa y fuimos a visitar el fuerte de Mehrangahr, que nos gustó mucho a pesar de ser prácticamente igual que todos los palacios/fuertes que hemos visto en Rajastán hasta la fecha:







De lo más espectacular del día, sin embargo, no tengo fotos... así que es muy probable que la gente que me conoce no se lo crea: hice un circuito de tirolina. Para que os hagáis una idea:




A S. le tocaron cuatro vales hace casi un año y nos los llevamos por si podíamos venderlos (yo en su momento dije que no pensaba hacerlo ni loca), pero al final me animé y lo hice. Es normal que no os lo creáis porque la verdad es que yo tampoco... pero he de decir que se me da sorprendentemente bien ;)

Después comimos en un restaurante espectacular (el "Kalinga") y volvimos a dar un paseo entre las calles azules. Media hora antes de que saliera el tren llegamos a la estación: nunca he visto semejante cantidad de ratas, pero no me podía ir de la India sin ver algo así, ¿no? 11 horas de viaje y bastantes menos de sueño después llegábamos a Delhi. Un brindis por un fin de semana 10 :)

+

P.D. Billetes de tren, 30 euros. Habitación de hotel, x euros. Ver un elefante campando a sus anchas por Delhi a las 7 de la mañana de un lunes a la vuelta de un fin de semana así no tiene precio...


martes, 13 de septiembre de 2011

El caos, en 3D

La clave de cerrar etapas satisfactoriamente, como en las mejores fiestas, reside en saber cuándo es el momento de marcharse. En los bares la pista te la suele dar el hecho de que de repente y sin venir a cuento pinchen una lenta, de que enciendan las luces o, si aún así no te das por aludido, de que el camarero empiece a barrerte los pies. En las casas de tus amigos, si el anfitrión te echa la bebida en un vaso de plástico hay que entender que la fiesta ha acabado, y en las bodas, si se hace de día ya va siendo hora de retirarse. En India la pista es más sutil: se empieza por no cerrar los ojos cuando te embisten los coches, por no sorprenderte por prácticamente nada hasta entrar en un estado de anestesia semipermanente. Y cuando ya vives el primer terremoto de tu vida y tardas casi una semana en contarlo en tu blog, definitivamente va siendo hora de irse...

El miércoles 7 fue un día agitado: Empezó con una explosión en el Tribunal Supremo y más de 10 muertos. Apenas dos horas después la normalidad era tal que nadie diría que no estaba siendo un día cualquiera (una muestra más de la capacidad innata de los indios de incorporar lo anormal a su rutina y seguir adelante). A las 23.35 de la noche, cuando los que no habían olvidado los acontecimientos del día se disponían a hacerlo, la tierra tembló. Yo acababa de apagar la luz para irme a dormir y, de pronto, un rugido sordo y una sacudida que hizo que la cama se moviera como si fuera una atracción de feria, como las plataformas de los toros mecánicos. Duró apenas 5 segundos y muchos pensaron que se trataba de otra bomba. No habría sido la primera que oigo, por eso sé que las bombas no mueven las camas. Un terremoto... 5 minutos después, volví a apagar la luz y me quedé dormida. 

Ni mi primer terremoto (de 4,2 grados) fue capaz de hacer que me sorprendiera más de 5 minutos. Está claro que ya es hora de volver, antes de que este país acabe con lo que más nos vincula a nuestra infancia: la capacidad de sorpresa. Espero que no sea demasiado tarde, sólo que esta vez supongo que lo que encontraré sorprendente es que no haya monos por la calle, que la basura se cuente por bolsas y no por montañas, que las chicas se atrevan a salir a la calle en falda y que los atascos nunca duren más de media hora. Lo que me sorprenderá es que la gente pueda vivir sin caos y creer que es normal... 

Fuente: http://tombrad.wordpress.com

viernes, 9 de septiembre de 2011

Más caos

Del caos del que voy a escribir hoy ha pasado casi un mes, pero para escribir de estas cosas nunca es tarde porque hay ciertos tipos de caos que en India son grandes clásicos: nunca pasan (ni pasarán) de moda.

La historia que me dispongo a contaros, la del control de seguridad más ridículo/caótico del mundo, tuvo lugar en el aeropuerto de Srinagar (Cachemira) el 15 de agosto, día de la Independencia en India y, por lo tanto, día de alerta máxima. Sin embargo habría que ver si el resto del año los controles se relajan mucho más... Parece increíble pero es 100% verídica, y esta vez tengo varios testigos que pueden corroborarlo ;)

1er control: Se produce antes de llegar a la terminal. Nos paran el coche y nos hacen bajarnos a todos y pasar el equipaje por un escáner. Bien.

2º control: Se produce nada más entrar en la terminal, donde hay otro escáner por el que tenemos que pasar absolutamente todo lo que llevamos encima y donde, a excepción de los bolsos femeninos, "sellan" absolutamente todo. 

3er control: En el mostrador de facturación. Revisan bulto a bulto, comprueban que estén sellados y nos informan de la obligación de facturar absolutamente todo. 

4º control: En el acceso al control de seguridad propiamente dicho. Comprueban que llevemos únicamente bolsos femeninos y/u objetos de valor no facturados en bolsas de plástico. 

5º control: Por fin, el control de seguridad que esperábamos, el de toda la vida, ese que nos irrita tanto pero que en circunstancias normales es el primero y el último. 

6º control: 

A. Los (sobre todo las) que sí, hacemos cola ante una mesa plegable sobre la que tenemos que verter todos los contenidos de nuestros bolsos, contenidos que revisan hasta el punto de comprobar si los bolis pintan. Cuando el señor inspecciona mi cámara como si se tratara de un ONVNI (objeto no volador no identificado), le explico los sitios donde he estado y le pregunto si quiere ver mis "holiday pictures". Sonríe totalmente ajeno al sarcasmo y me responde que no es necesario y que vuelva pronto por Cachemira....

B. Los que no llevan nada pasan a una sala a identificar su equipaje.Un operario pregunta que dónde están las dos personas que faltan (en la reserva éramos 6 pero allí sólo había 4). S. le responde que "con Santa Claus", El operario pregunta que quién es. "Un señor que trae regalos en Navidad". Ni se inmuta y prosigue con el "control".

7º control: En la puerta de embarque. Hacen abrir el bolso a unos de cada tres.

8º control: Antes de entrar al avión. 

Una vez dentro, no puedo evitar preguntarle a la azafata: "¿No quiere que le enseñe el contenido de mi bolso? ¿Ya no hacen más controles?". Sonríe impertérrita y me responde que ya somos libres. 

La sensación que nos queda, aparte de una que yo definiría como mala hostia, es que ninguno de los controles ha sido realmente eficaz. Disuasorio probablemente sí, porque parecen diseñados para poner de los nervios al terrorista más curtido, pero eficaz no. 

Seguro que a estas alturas hay quien se plantea que esto sucediera en realidad, pero amigos... no tengo tanta imaginación ;) En India, la realidad no sólo supera a la ficción, sino que se ríe de ella a la cara (¿Monstruos? ¿Naves voladoras? ¿El fin del mundo? ¿¿Nada más, eso es todo lo que tienes??) llamándola novata... 
Fuente: lavigilanta.info

jueves, 1 de septiembre de 2011

El caos, 1ª parte

Supongo que cada uno tenemos nuestra propia imagen mental del caos. La mía antes de llegar era algo así como El Jardín de las Delicias; ahora es un día normal en India... Supongo, también, que muchos dirán que no es un caos sino un desorden ordenado, pero las consecuencias son las mismas. Aquí va un ejemplo del "orden indio" que no es nada más que uno de tantos...

Domingo por la tarde. Un enfermo en el F-14. 6 de la tarde. "Yo me encargo de llamar al seguro". Parece fácil, ¿no? Pues no lo es. En España te piden todo tipo de detalles (comprensible) que tú les das pacientemente procurando no visualizar un taxímetro que no para de correr en tu cabeza, y una vez finalizado el interrogatorio sanitario, te dicen que vale, que gracias, que se pondrán en contacto con la aseguradora india para que se pongan en contacto contigo. Muy bien.

8 de la tarde. Ni rastro de la aseguradora india. Vuelvo a llamar a España. "Qué raro, nos hemos puesto en contacto con ellos inmediatamente..." Es obvio que el amable teleoperador nunca ha estado en India, si fuera así no le extrañaría lo más mínimo. 

8.30. Me llaman de Bombay. Me dicen que me pueden conseguir una cita para el día siguiente. "Necesito que el médico venga a casa porque el enfermo apenas puede moverse". "Señorita, eso va a estar complicado porque tiene usted que tener en cuenta que hoy es domingo y que además ya es muy tarde". "Lo tengo en cuenta, pero tenga en cuenta usted que cuando he llamado hace casi tres horas no era tan tarde". "Veré lo que puedo hacer, luego llamamos".

9.15. ¿A vosotros os han llamado del seguro? Pues a mí tampoco. Optamos por otra línea de acción: llamar a otro médico al que sí que habrá que pagar. No pone pegas a que sea domingo o se esté haciendo tarde y nos dice que llegará en media hora. 

9.45. Llaman a la puerta. El médico, cumpliendo su palabra. Atiende al paciente con máxima eficiencia y se va 10 minutos después.

10. Llaman a la puerta. El otro médico, el del seguro, el que nunca avisó de que vendría. "Ya no". "¿Ya ha solucionado su problema, señorita". "No, pero ya ha venido otro médico que he tenido que pagar de mi bolsillo". Me mira con cara de sorpresa absoluta y coge el teléfono. Habla. Cuelga. Llama otra vez. Me lo pasa. "¿Ya ha solucionado su problema, señorita". "No, pero ya ha venido otro médico que he tenido que pagar de mi bolsillo!!!" "De acuerdo, buenas noches, sentimos las molestias, esperamos que se recupere pronto".

This is India. Quien la entienda, que la compre... o que se quede ;)



lunes, 29 de agosto de 2011

Dulce introducción al caos

De lo que quería escribir hoy es de "indiadas", es decir, de comportamientos absurdos e ilógicos que sólo se pueden producir en un país como este, pero antes hay que pagar deudas y dar al César lo que es del César y, en este caso, las deudas las tengo con las 31 (treinta y una) personas que han venido a vernos este año. 

En un momento difuso de la noche del viernes, entre "El hombre del piano" y "La canción más hermosa del mundo", le dije a la visita nº31 en respuesta a una endeble queja del precio de su billete, que el importe pagado pudo ser alto pero que el hecho de que alguien (yo) lo echara tanto de menos no tiene precio... Y es que hay cosas que desde luego no lo tienen. Como que 31 personas empleen sus ahorros y tiempo vacacional para venir a verte a lo que hasta ahora es lo más parecido al fin del mundo que yo he conocido nunca. Ni eso tiene precio, ni yo palabras para agradecérselo. Así que, a mi único equipaje, mil GRACIAS MUSICALES y mil besos nostálgicos. See you soon :)

(P.D. Esta es la introducción. En breve, el caos)

Fuente: Blog "La maldición del diablo, la bruja y los chinos"

martes, 23 de agosto de 2011

Tigre a la vista

No sé si Murphy llegaría a pronunciarse en alguna ocasión sobre el tema, pero encaja bastante con su filosofía que, si en 4 meses de trabajo sólo hay 2 festivos, estos serán SEGUIDOS... Así que tras disfrutar de un merecido lunes libre la semana pasada, esta también la hemos empezado en martes porque ayer se celebraba la festividad de "San Krishna". Así que una vez más aprovechamos para hacer un viajecito y descubrir la India profunda. En un principio, el viaje iba a ser una sorpresa, pero S. optó por consultarme antes por si las moscas.

- ¿Te apetece ir a Jim Corbett?
- ¿Pero no estaba muy lejos?
-.Qué va, a 4 horas, te dije que estaba muy lejos para que no me chafaras la sorpresa...

El Jim Corbett es un parque nacional fundado por un británico para la conservación de especies en peligro de extinción, en especial el tigre de Bengala. La última vez que fuimos a un parque natural no vimos absolutamente nada, así que no fuimos con grandes expectativas, pero esta vez el principal aliciente era el alojamiento: una casita en un árbol, el sueño de todo niño urbano que se precie... y de muchos no tan urbanos. 

Aprovechando el lunes libre, decidimos salir el sábado a primera hora en vez del viernes a última, y a las 7 de la mañana estábamos en camino contando con llegar a eso de las 12. Pero como en India nada nunca sale según lo previsto, nos encontramos con que la carretera principal estaba cortada por las lluvias y la alternativa era esto (que no sé hasta qué punto puede llamarse carretera):





En circunstancias normales (o sea, en un país normal), me parecería irresponsable aventurarse por estos caminachos con nada que no sea un 4x4... en esta ocasión íbamos en un Tata Indigo:

 Pero, como en el cuento del viejo y los altramuces, siempre hay quien está peor:


Finalmente, tras perdernos un par de veces, pasar muchos nervios y 10 horas de viaje, llegamos a Ashoka's Tiger Trail resort y a nuestra casita del árbol, más bien pequeña y muy muy sencilla, pero en un ÁRBOL al fin y al cabo:






Las vistas desde la terraza de la "entreplanta" eran estas:


Y fue allí, en la terraza, en torno a las 7 de la tarde, cuando tuvo lugar el acontecimiento al que hace referencia el título de esta entrada. S. se encontraba apoyado en la barandilla, de espaldas al paisaje. Yo miraba a la lejanía con más agotamiento que intencionalidad:

- Es bonito, ¿no? Te lo pregunto porque estoy demasiado cansado como para poder valorar por mí mismo.
- Sí, es muy... !!!!Coño, UN TIGRE!!!!

S. se dio la vuelta sobresaltado (¿Dónde, dónde?), pero para entonces el tigre, aunos 200 metros de la casa, ya se había adentrado en la vegetación. Mi espectacular descubrimiento duró apenas 3 segundos en los que parecía que el corazón se me iba a salir del pecho. Seguimos escudriñando los matojos (cada vez con menos esperanza y luz natural), pero creo que en el fondo los dos sabíamos que la búsqueda visual no daría frutos. Pasados 5 segundos vimos un búfalo:

- A lo mejor eso era tu tigre.
- No creo, porque el mío era naranja y tenía rayas, IDIOTA :-P

Creo que nunca he dormido peor en India: había miles de bichos (que antes de dormir vimos caer con una regularidad pasmosa sobre las almohadas) y el ruido de fondo (la naturaleza en estado puro) hacía que fuera difícil conciliar el sueño, pero creo que el hecho de que los tigres hubieran pasado de utopía a realidad tampoco ayudó. Eso sí, de esa noche conservo una de las imágenes más bonitas que posiblemente me lleve de aquí: el camino de la cabaña al restaurante bajo la arboleda, "decorada" con tantas luciérnagas que costaba creer que no fueran luces de navidad. 

El día siguiente lo pasamos vagueando y dividiendo el tiempo entre la casita y la piscina, y el momento surrealista del día se produjo cuando pretendíamos salir a cenar y nos encontramos a 7 indios armados con palos a los pies de nuestra cabaña. "No go down! No go down!". A los 10 minutos nos informaron de que ya podíamos bajar. "¿Qué pasa?". "Nothing, nothing". Insistimos. "A jungle cat". A mí casi me da un patatús porque me dio la sensación de que nos decían eso porque no sabían decir pantera/leopardo/guepardo, pero tal y como pensó S., se trataba de una especie de gato montés, que tampoco está nada mal como anécdota para antes de cenar...

Fuente: Wikipedia
El último día decidimos madrugar para dar un paseo guiado por fuera de la verja del hotel (electrificada). Lo que no esperábamos para nada era encontrarnos con esto:



¿"Jungle cat"? "No, tiger, Sir!" Nos miramos y seguimos andando. En este tipo de situaciones, uno tiene que asumir que su guía sabe lo que hace por muchas pruebas que tenga de lo contrario...

- ¿Alguna vez has visto un tigre durante uno de estos paseos?
- Sí, una vez, justo aquí. 
.- ¿Y qué hiciste?
-.Quedarme muy quieto, no podía hacer nada más, sólo tenía un palo...

Nos volvimos a mirar: eso era un palo más de los que teníamos esta vez... Ninguno dijo nada, pero creo que nos sentimos bastante aliviados una vez pasada la verja... 

Salimos para Delhi a las 9.30. El camino nos dejó estampas curiosas, y de alguna incluso pude hacer foto:




Y a medio camino sucedió lo único realmente previsible de todo el viaje:


Un viaje más en el que el surrealismo ha sido la nota reinante. 
¿Qué será de nosotros cuando no nos pase nada? ;)