miércoles, 10 de agosto de 2011

El rickshawallah

De todas las especies que pueblan el paisaje humano indio, los rickshawallahs son, probablemente, mi especie más temida. Son, como algunos visitantes ya sabréis, los conductores de ese cochecito de juguete con el que me desplazo por Delhi en mi día a día llamado rickshaw, hablando con propiedad autorickhsaw y, para los locales, auto [ótó]. Generalizando (cosa que nunca conviene hacer, pero al mismo tiempo la única manera de contaros cosas de este país sin que nadie acabe dando cabezadas), los rickshawallahs son muy sinvergüenzas, muy ladrones y muy jetas. ¿Que de todo habrá? Claro, como en botica. Pero 3 de 4 de los que me encuentro yo responden bastante bien a esta definición...

El caso es que por delante de mi trabajo apenas pasa ninguno, con lo que cada tarde recurro a la caridad de mis compañeros motorizados para que me dejen en Khan Market, donde hay una parada fija. Y todos los días me encuentro con los mismos, que son (en general) muy sinvergüenzas, muy ladrones y muy jetas y me piden hasta 100 rupias por llevarme a casa... cuando el trayecto apenas cuesta 55. Hay uno en concreto que me suelo encontrar siempre, el de los bigotes. Todos los días me la intenta colar, y todos los días le digo que si se piensa que soy rica. "Sí, Madam, tienes cara de rica". 

Hoy he vuelto a encontrármelo. Y me ha dicho, como siempre, que mi barrio está muy lejos. Que cuánto le pago. "Lo que diga el meter". "El meter está roto". En esta ciudad, donde todos están "rotos", lo raro sería que no lo tuviera... Pero se ríe y me dice "Vale, te llevo por 70". "60 y ni una rupia más". Se ríe, pone cara de rendirse y me invita a subir. 

Por el camino, me hace las preguntas de rigor (edad-marido-hijos-profesión-país-clima) y me enseña fotos de su mujer. Me dice que tiene 2 niños, que la niña es muy bonita pero que no piensa tener más. "¿Ya has tenido suficiente?". "Sí, cuando tengas tú ya me contarás". "Pero todo lo hace la madre, para el padre no supone mucho trabajo, ¿no?". Se ríe. En India esto sigue siendo una verdad como un templo. Me dice también que vivo demasiado lejos y que debería mudarme cerca del trabajo. "No tengo tanto dinero". "No te hace falta, te lo paga la empresa"... Si yo le contara...

Me deja junto al puesto del pan y se despide. "A lo mejor nos vemos otro día". No me cabe ninguna duda.

En fin, una anécdota más de la India y de la relación más tormentosa que he tenido nunca, llena de peleas a muerte y reconciliaciones que tienden a ser breves.

Fuente: thecityfix.com
NOTA: No tengo ni idea de dónde venía, pero cuando he bajado del rickshaw sonaba a todo trapo "Señorita". El vigilante con el que me he cruzado aún debe de seguir preguntándose por qué la blanca del F-14 iba riéndose sola... 

2 comentarios:

  1. Te tengo que pasar el vídeo que os saqué discutiendo con el jeta del Rickshaw... vendría al pelo en esta entrada, jaja!
    Mucho ánimo que ya no os queda nada!!

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  2. Jajaja, prefiero que ese vídeo no salga a la luz, hay cosas de las que uno no debería sentirse orgulloso ;)

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