martes, 16 de agosto de 2011

Srinagar

Entrada nº50
(Hasta las 1000 del genial y siempre recomendable Santi Pérez aún queda mucho, pero por algo se empieza...)

Dicen por ahí (o mejor dicho, por aquí), que si existe el paraíso en la Tierra está en Cachemira. Durante mucho tiempo, sin embargo, ha sido más bien un infierno y una de las zonas más conflictivas del planeta, y pese a que la situación actual es relativamente tranquila, los Ministerios de Asuntos Exteriores de varios países (entre ellos España) desaconsejan viajar a la zona. Pero las recomendaciones son eso, recomendaciones, y aunque conviene tenerlas en cuenta, la decisión final depende de cada uno. La nuestra fue ir, y creo que todos nos alegramos mucho de que así fuera. 

El aterrizaje en Srinagar fue tal y como suponíamos: nos recibieron fuertes medidas de seguridad y un frustrante registro obligatorio de viajeros. Pero pasados estos trámites, nuestro guía Farooq nos dio una bienvenida mucho más cálida y nos condujo (en barca) a Green View, nuestra casa-barco. Constaba de una pequeña terraza, una salita de estar y tres habitaciones con sus respectivos cuartos de baño y, si bien no era nada del otro mundo, a nosotros nos pareció un palacio sobre el agua: no todos los días se tiene una casa-barco a tu entera disposición... 



Después de un riquísimo té kashmiri dejamos el barco para visitar los jardines de la ciudad, que en sí mismos no eran gran cosa pero que merecían la pena aunque sólo fuera por el entorno natural que los rodeaba:











Después de los parques, la mezquita y el centro de la ciudad, donde no nos detuvimos mucho tiempo pero que aún así nos pareció muy interesante:




Para acabar el día, un relajante paseo en barca por el lago Dal que me hizo pensar en los backwaters de Kerala:







El día acabó cenando en casa de nuestro "anfitrión" (el propietario del barco) comida casera, que todos disfrutamos muchísimo. Nos acostamos muy pronto pensando que podría ser una buena ocasión para descansar en condiciones... pero no tuvimos en cuenta el Ramadán y los rezos nocturnos, que hicieron que no pegáramos ojo... 

El domingo madrugamos para visitar el glaciar de Sonamarg, a apenas 100 kilómetros y casi 3 horas de distancia. El esfuerzo, sin embargo, mereció la pena: los paisajes que veíamos desde el coche ya eran espectaculares de por sí y los que nos encontramos a nuestra llegada mucho más. Tras mucho meditar, yo opté por superar mis reticencias iniciales y hacer la ruta a caballo. Al margen de algún breve instante de tensión resultó bastante divertido, aunque al día siguiente no pudiera con la vida y mucho menos con la espalda ;)













Cuando volvimos a Srinagar ya no sabíamos ni lo que nos dolía, pero mereció la pena e hizo que disfrutáramos aún más nuestra segunda cena kashmiri y durmiéramos (esta vez sí, a pesar de los rezos) casi diez horas del tirón.

La mañana del lunes la dedicamos a disfrutar de nuestro pequeño paraíso flotante y de allí fuimos directos al aeropuerto... donde tuvimos la experiencia de seguridad más frustrante jamás contada. Pero como no haría sino enturbiar la crónica de un viaje redondo, queda para otra entrada. 

Un fin de semana único en un lugar único con una compañía ESPECTACULAR (va por ti, maestro!).





























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