lunes, 7 de febrero de 2011

La cara...

Todo el mundo sabe que asistir a una boda india es imprescindible para que la experiencia en este país sea completa. Para eso, se supone que para empezar uno tiene que tener amigos indios muy cercanos, y la suerte de que su boda coincida con nuestra estancia aquí, pero en la práctica es mucho más sencillo: a veces basta con que se case el cuñado del primo de nuestro vendedor habitual de kebabs, o el hermano de la vecina de un compañero de clase, o en ciertas ocasiones es suficiente con pasar por delante de una para que te inviten a entrar. Nosotros estuvimos en una el viernes gracias a la invitación de un amigo de un amigo (Dharam, uno de mis compañeros de beca en Luxemburgo) al que habíamos visto dos veces nada más (más que suficiente) a la boda de su mejor amiga de la carrera.

Desde luego, nos sentimos muy afortunados, pero también un poco confundidos: ¿Qué se regala en estas ocasiones? ¿Y qué ropa se lleva? Intentamos preguntarlo varias veces, y la respuesta fue en todas la misma: "Cualquier cosa, no te preocupes". Por fin, mi profesora de hindi me dio una pista: "Puedes regalarles flores. O dinero. Pero tiene que ser una cifra que acabe en 1". Así que les regalamos flores (amarillas y naranjas, los colores más apropiados para las bodas) y dinero (la cantidad aconsejada por esta misma profesora, y que en España no daría ni para pagar la primera copa del cóctel de bienvenida). Esta mujer no supo explicarnos el porqué de que la cifra tuviera que acabar en 1 obligatoriamente, pero indagando descubrimos que ese 1 representa el comienzo de una vida en común como matrimonio. 

La cuestión de la indumentaria, que en un principio parecía más espinosa, resultó ser infinitamente más sencilla: "Lleva lo que te parezca porque la gente no se preocupa mucho de eso". Me pareció una afirmación algo exagerada, pero cierta: en las bodas indias hay de todo, desde mujeres con saris de gala hasta hombres que asisten con una manta de cuadros por encima de los hombros. 

Todo el mundo nos había advertido de que las bodas indias son larguísimas, pero esta (de clase-media/más bien alta) no lo fue tanto: empezó a las 8 de la tarde y acabó antes de la 1. A pesar de no conocer a nadie y perderse un poco en los rituales, es toda una experiencia: totalmente diferente de cualquier otra boda a la que hayamos ido, y hemos ido a unas cuantas... 

Al principio, entra el novio y la banda de músico toca sin parar. 



Después entra la novia (vestida de rojo y con miles de pulseras y adornos) y los dos se sientan en dos sillones en una tarima desde los que reciben a los invitados, que les van saludando uno a uno y entregándoles los regalos mientras el cámara lo graba todo y el fotógrafo dispara a troche y moche. 

Novios
Esta parte de la ceremonia dura lo que no está en los escritos, pero los invitados pueden empezar a cenar cuando les parezca de un buffet libre gigantesco (en esta boda había una legión de más de 20 cocineros). Los novios, en cambio, no pueden comer nada hasta el final de la ceremonia, y los amigos aprovechan para restregárselo por la cara en cuanto tienen ocasión. En esto ya veis que no somos tan distintos...









 

Cuando estábamos acabando de comer, nuestro amigo (el que nos invitó) nos preguntó si nos gustaría ver la ceremonia. Yo le dije que encantada (ir sólo a comer sería de mala educación) mientras S. me miraba con cara de susto y yo no entendía nada... Cuando nuestro amigo se fue y le pregunté que qué pasaba me dijo: "¿¿Pero tú sabes dónde nos has metido?? Estas ceremonias duran... Más de 4 horas!" Pues habérmelo dicho... Ya es tarde! Al final (menos mal) no llegó la sangre al río: en menos de dos horas estaban casados. El primer ritual consistía en unas lecturas y en el intercambio de flores:


Durante el segundo y último, los novios tienen que dar 7 vueltas a una hoguera, las primeras con los que harían las veces de padrino y madrina:



Así acabó nuestra primera boda en India. Gracias Bishwajit por compartirlo con nosotros! 


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